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Conejo de Pascua – Historia

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El Conejo de Pascua tiene sus orígenes en las culturas germánicas y anglosajonas pre-cristianas, siendo este siempre un símbolo pagano y emblema de fertilidad.

 

 

El conejo de Pascua

El Conejo de Pascua tiene sus orígenes en las culturas germánicas y anglosajonas pre-cristianas, siendo este siempre un símbolo pagano y emblema de fertilidad.

Tal vez en el inconsciente colectivo los pueblos reviven aún los antiguos ritos paganos, cuando en esta misma época del año, las antiguas civilizaciones europeas glorificaban la consagración de la primavera.

Los pueblos germánicos rendían culto a una antigua divinidad llamada Ostara -de cuyo nombre derivaron las palabras alemana «Ostern» y la inglesa «Easter» (Pascua), que simbolizaba la generación de la primavera. La representaban con forma de una liebre o de un conejo y le dedicaban el mes de abril, fecha en que la honraban como diosa de la luz y de la primavera.

La Iglesia Cristiana, queriendo poner fin a los ritos paganos transformándolos en religiosos y cristianos, eligió a dicha festividad para celebrar la Resurrección de Cristo.

El conejo de Pascua, cuyos huevos (según los antiguos) representaban el símbolo de la vida -pintándose de colores para celebrar los días de abundancia- pasó a ser mensajero de Cristo, y los huevos, en lugar de ser consumidos en grandes fiestas como era la costumbre, sólo podían ser comidos después de los 46 días de abstinencia correspondiente a la Cuaresma.

Una leyenda explica la existencia del «conejo de pascua» desde el punto de vista cristiano.

Narra que un conejo quedó encerrado en el sepulcro donde fue encerrado Jesús y presenció su resurrección. Cuando salió de la cueva quiso comunicar a todos la buena nueva regalando huevos pintados, creyendo que así todos entenderían el mensaje de vida y alegría. Desde entonces, cuenta la leyenda, el conejo sale cada Domingo de Pascua a dejar huevos de colores en todas las casas (Aunque nunca se supo que ave los ponía) para recordarle al mundo que Jesús resucitó y hay que vivir alegres.

La tradición contaba que una coneja iba saltando de casa en casa y se le iban cayendo los huevos que traía en su canasta, historia que aprovechaban los padres para esconder los huevitos alrededor de la casa, o en escondites, para que los niños se entretuvieran buscándolos.

Posteriormente, los niños de las granjas construían nidos en lugares apartados o escondidos de la casa, el granero o el jardín para que pusiera sus huevos el conejito/a.

Más tarde, con el avance de la civilización, se comenzaron a construir elaboradas cestas para poner los huevos.

Los primeros conejos de Pascua era huecos, estaban hechos con papel maché y tenían una cabeza desmontable. En el interior se colocaban los primeros huevos que estaban fabricados con azúcar.

Luego se comenzaron a fabricar directamente los conejos de chocolate tal como se los exhibe en los comercios.
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